Nuevo reporte expone abusos contra productores mexicanos de café que abastecen a Nestlé y Starbucks

Nuevo reporte expone abusos contra productores mexicanos de café que abastecen a Nestlé y Starbucks


Ciudad de México, 17 de febrero de 2025
– Un nuevo reporte revela que el café certificado mexicano comercializado por Nestlé y Starbucks está plagado de violaciones a los derechos humanos, impactos ambientales negativos y prácticas de explotación que mantienen a los pequeños productores en México en un ciclo de pobreza extrema.

De acuerdo con la investigación “Explotación y opacidad: la realidad oculta del café mexicano en las cadenas de suministro de Nestlé y Starbucks”, tanto Nestlé como Starbucks han utilizado su influencia sobre el mercado y el Gobierno mexicano para garantizar un flujo constante de café a precios bajos, a costa de las comunidades cafetaleras empobrecidas en México, en su mayoría indígenas.

El informe, elaborado por la organización Empower en colaboración con Coffee Watch y el Proyecto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, A.C. (ProDESC), detalla cómo tanto Nestlé como Starbucks dependen de grandes comercializadoras multinacionales, también llamadas acaparadoras, como ECOM Agroindustrial Corp. Limited (ECOM), Neumann KaffeeGruppe (NKG) y Louis Dreyfus Company B.V. (LDC), que controlan la mayor parte del mercado, para abastecerse de café en México. Se acusa a estas acaparadoras de utilizar su control del mercado para influir en los precios y establecer condiciones de compra abusivas.

La investigación también señala que estas acaparadoras fijan precios que a menudo son insuficientes para cubrir siquiera los costos de producción. Por ejemplo, en 2023, el precio de un kilogramo de café cereza era de 0.25 USD (poco más de cinco pesos mexicanos), muy por debajo de los 1.2 USD por kilogramo que los caficultores consideran necesarios para una producción sostenible.

Destaca que aproximadamente el 70% de la producción de café en México proviene de comunidades indígenas que están atrapadas en un ciclo de pobreza y son vulnerables a la explotación, en gran medida debido a la industria del café. Los hallazgos detallan cómo los caficultores de México enfrentan condiciones laborales altamente precarias, son vulnerables a las prácticas depredadoras de las redes de intermediarios, un fenómeno conocido como coyotaje, y se ven forzados a recurrir al trabajo infantil para cosechar lo suficiente para llegar a fin de mes.

El reporte expone que un trabajador del café en México gana, en promedio, 106 USD al mes, mientras que el salario mensual de Brian Niccol, CEO de Starbucks, asciende aproximadamente a 10 millones USD. Esto significa que un caficultor mexicano necesitaría trabajar más de 7,000 años para ganar lo que Niccol gana en un solo mes. Mientras tanto, Laurent Freixe, CEO de Nestlé, recibe un salario mensual de aproximadamente 1 millón USD, lo que equivale a más de 700 años de trabajo de un caficultor en México.

El informe sostiene que Nestlé y Starbucks logran mantener este sistema gracias a sus estrechos vínculos con instituciones gubernamentales mexicanas. Denuncia la existencia de “puertas giratorias” entre la industria, gobierno y los sistemas de certificación supuestamente independientes que se utilizan para dirigirse a los consumidores de café conscientes. Las empresas cafeteras aprovechan esta dinámica para seguir pagando precios bajos e influir en la calidad y variedad del café cultivado. Por ejemplo, el Plan Nescafé de Nestlé, que recibió un importante apoyo financiero del Gobierno federal, condujo a la “robustización” (presión a los agricultores para que aceptaran el café robusta) del mercado mexicano del café. El café robusta es de menor calidad y más barato, lo que significa menos dinero para los agricultores, y requiere más agua, así como un cultivo a pleno sol (con pocos o ningún árbol de sombra), lo que impacta negativamente en los ecosistemas.

A raíz de los conflictos, abusos y dudas en torno al suministro de café mexicano por parte de Starbucks y Nestlé, el reporte cuestiona la eficacia de sus programas de certificación (C.A.F.E. Practices de Starbucks y 4C de Nestlé). Aunque las certificaciones fueron supuestamente diseñadas para garantizar prácticas justas y sostenibles en la producción de café, según la investigación, han fracasado.

“Esta investigación revela abusos que requieren una investigación urgente por parte de las nuevas autoridades mexicanas y, en algunos casos, debería servir de advertencia para las autoridades de países consumidores de café como Francia y Alemania, donde están en vigor nuevas leyes de responsabilidad corporativa. Si las autoridades corroboran nuestros hallazgos, entonces Nestlé y Starbucks deberían rendir cuentas por sus prácticas”, dijo Etelle Higonnet, directora de la organización Coffee Watch. “Además, deberíamos poner fin a los sistemas de certificación que mantienen atrapados a los caficultores en la pobreza extrema y que hacen caso omiso de graves violaciones de los derechos humanos”, añadió.